Otra solución a la paradoja de Fermi

Según otra solución a la paradoja de Fermi las civilizaciones avanzadas que aprenden a no hacerse notar son las que sobreviven.


Un día el físico Enrico Fermi tuvo una conversación intrascendente con Emil Konopinski, Edward Teller y Herbert York sobre vida extraterrestre cuando trabajaban en Los Alamos National Laboratory. Analizaron las posibilidades que tenía el ser humano de observar un objeto material viajar tan rápido como la luz en los 10 años siguientes y llegaron a cifras dispares. La conversación derivó hacia otros temas en la cantina del centro de investigación durante el almuerzo hasta que Fermi súbitamente exclamó: “¿Dónde están?”, refiriéndose a los extraterrestres.
Fermi realizó una serie de cálculos rápidos y concluyó que la Tierra debía de haber sido visitada por extraterrestres hace tiempo y muchas veces después. 
Se puede estimar el número de civilizaciones de la galaxia, aunque esta estimación suele variar entre cero y miles de civilizaciones avanzadas. Pero incluso si solamente hubiera habido una única civilización avanzada en crecimiento exponencial, dada la edad de nuestra galaxia, y asumiendo de una manera conservadora que el viaje interestelar automático no relativista, habría tenido suficiente tiempo de explorar cada rincón de la galaxia. Al fin y al cabo, la Vía Láctea mide unos 100.000 años luz de ancho y se podría cruzar en sólo un millón de años viajando a un décimo de la velocidad de la luz.
Como obviamente no hemos visto a ningún extraterrestre, ni hay constancia histórica del hecho, la paradoja es la contradicción evidente entre la predicción y los hechos. Si hay civilizaciones extraterrestres y el viaje interestelar es posible, ¿por qué diablos no hemos vistos todavía artefactos extraterrestres o recibido transmisiones de radio de ellos? Desde entonces esta paradoja ha estado intrigando tanto a científicos como a escritores de ciencia ficción.
Puede que viaje interestelar con entes biológicos sea simplemente imposible, pero esto no explica la ausencia de mensajes de radio. Una posible solución es que la vida inteligente es muy escasa, o no siéndolo tanto esas civilizaciones se destruyen en guerras nucleares. Tal vez simplemente somos los primeros en aparecer o hay tantas estrellas que es muy difícil encontrar sitios con vida avanzada con cualquier política de exploración. O puede que las civilizaciones sean muchas y sobrevivan e incluso que sepan que existimos, pero que mantengan algún código de silencio por miedo a perturbar nuestra cultura. ¿Acaso nos tienen miedo? Dado nuestro pasado y presente belicoso no sería extraño.
En esta misma web hemos visto recientemente alguna de las soluciones que se proponen para solucionar la paradoja. Según unos el crecimiento exponencial indefinido no es posible porque rápidamente un civilización agota los recursos de su entorno y la expansión galáctica no es posible.
Ahora nos llega la última explicación al respecto de esta paradoja. Según Adrian Kent, del Perimeter Institute en Waterloo (Canadá), las civilizaciones son abundantes y tienen que interaccionar con las vecinas, pero terminan compitiendo entre sí porque los recursos escasos. A partir de entonces operarían las reglas del proceso evolutivo biológico que se da en los ecosistemas terrestres, pero a escala galáctica. A largo plazo, en una escala tiempo muy larga, sólo sobrevivirían los que saben estar calladitos y no dan señales de vida. Explica esta tesis en un artículo en ArXiv (bastante pobre, por cierto, pues incluso tiene referencias a Wikipedia en la bibliografía).
Naturalmente esa supuesta analogía con los ecosistemas terrestres no es perfecta, porque las especies siempre interaccionan entre sí de un modo complejo, incluso cuando se usan técnicas de mimetismo. Tampoco parece que haya especies que terminen completamente aisladas de las demás.
La evolución en la escala galáctica, según Kent, tendría que ser muy diferente y operaría en distancias inmensas y los recursos, consistentes en planetas habitables, serían muy escasos.
Según Kent los habitats galácticos estarían separados por distancias enormes y serían difíciles de encontrar. La mejor estrategia para cualquier civilización galáctica sería evitar cualquier confrontación para obtener esos recursos. La mejor política sería pasar desapercibido para que así ningún adversario identifique sus habitats como valiosos. Aquellos que se anunciaran a sí mismos y a sus habitats desaparecerían pronto.
Hace poco Hawking ya advertía de la necesitad de pasar desapercibidos, algo que contrasta con los varios intentos realizados de envío de mensajes al espacio exterior usando ondas de radio. Incluso nuestras emisiones de TV y radar ya están a decenas de años luz de nosotros. Por eso, se plantea si es sensato hacer algo así, porque podría significar nuestra perdición, al menos según Hawking.
Según Kent lo mejor es no enviar mensajes. Si no hay civilizaciones avanzadas es absurdo porque cualquier esfuerzo de comunicación en ese sentido es baldío. Asumiendo que hay civilizaciones que pueden recibir un posible mensaje nuestro y lo puedan entender, lo importante es saber la probabilidad de que haya alguna civilización que pueda dañarnos. Si es así estamos perdidos y si no es así entonces la civilización receptora se cuidará de no responder para así pasar desapercibida.
Estas ideas contrastan fuertemente con la que tenía Carl Sagan. Según él, dada la escala de tiempo, toda civilización avanzada debe de haber aprendido a vivir con ellos mismos y los demás, ya que si no es así desaparece presa de su violencia, y porque tarde o temprano se encuentra con otra más avanzada que la elimina.
Posiblemente los análisis sobre la paradoja de Fermi no usan mucho el método científico y quizás no nos sirvan para saber si estamos o no solos en el Universo, pero la famosa paradoja, como herramienta de análisis psicológico de nuestra civilización, no tiene precio. En cada época proyectamos nuestros miedos sobre esas supuestas civilizaciones extraterrestres. De este modo, si estamos en la guerra fría y bajo el peligro de guerra nuclear creemos que esas civilizaciones se autodestruyen. Si ponemos en peligro el medio ambiente entonces “ellos” perecen bajo la contaminación y agotamiento de los recursos. Si competimos y luchamos entre los humanos por los recursos escasos (sea petróleo, tierra, agua o comida) entonces los aliens compiten entre sí y se matan unos a otros. Parece que proyectamos nuestros problemas en los cielos. Y ésta es una buena razón para que no nos visiten.
Y usted, querido lector, ¿qué cree?, ¿por qué no sabemos de otras civilizaciones avanzadas?,
¿cuál es su miedo?