Los antiguos equisetos


Los equisetos son el principal candidato a constituir el género de plantas terrestres más antiguo que no ha experimentado cambios evolutivos significativos. 


A veces, de tanto ver las cosas que nos rodean las ignoramos y no reparamos en lo “milagrosa” que puede ser su existencia. Esto nos pasa con el mundo natural, damos por sentado que está ahí, que las especies que forman la biosfera siempre han estado ahí y que siempre estarán. Pero esto no es así. El destino de casi cualquier especie es la extinción. De los millones de plantas y animales que vivieron en el pasado han sobrevivido, transformados, sólo unos cuantos. Son los supervivientes, la excepción a la regla. Algunos de ellos son testigos de los grandes hitos que hicieron la historia de la vida sobre nuestro planeta.
Si sólo nos fijamos en las plantas podemos recordar algunos de estos logros evolutivos, como la conquista de tierra firme, la aparición de las plantas vasculares, la creación de las semillas o la invención de las flores. En NeoFronteras hemos visto estudios sobre algunos de estos episodios que cambiaron la vida sobre la Tierra. 
Hace 100 millones de años los bosques Mesozoicos estaban dominados por un diverso grupo de plantas: Equisetopsida. Hoy en día sólo queda un género de este grupo: Equisetum. Si paseamos por algún bosque húmedo quizás podamos ver algún equiseto, o colas de caballo, y entonces recordar que algunos dinosaurios se comieron a algunos de sus antepasados. Los equisetos son el principal candidato a constituir el género de plantas terrestres más antiguo que no ha experimentado cambios evolutivos significativos.
Hay cierto debate académico sobre el comienzo evolutivo de Equisetum. Los análisis moleculares datan su divergencia de las demás especies hace 65 millones de años, pero el registro fósil sugiere que se dio antes, hace 150 millones de años y que vivían en ambientes en donde todavía hoy se les puede encontrar, como los manantiales termales.
Alan Channing, de la Universidad de Cardiff (RU), y sus colaboradores han encontrado restos fósiles de Equisetum al sur de la Patagonia. Estos restos arrojan luz sobre la filogenia de este grupo y además sobre los ambientes a los que estaba adaptado.
En la provincia de Santa Cruz (Argentina) encontraron expuestos depósitos hidrotermales fósiles muy bien conservados del Jurásico. Este tipo de depósitos son muy raros en el registro fósil, y son todavía más raros si son anteriores al Mioceno. En este depósito encontraron restos fosilizados de Equisetum. Además de tallos, encontraron raíces, ramas, rizomas, ápices, vainas, órganos reproductores, etc. Las posiciones de estos restos muchas veces se correspondía a como estaban en vida.
Como estas plantas estaban en un manantial hidrotermal, los procesos de conservación habituales fueron reemplazados por un proceso de permineralización celular en el que entra agua mineralizada con sílice en tejidos y células. Esto permite que se formen precipitados antes de que las sustancias orgánicas se descompongan y se obtiene una conservación tridimensional y completa de las planta.
Los investigadores pudieron cortar finas muestras de estos fósiles que analizaron por microscopía y han logrado describir la anatomía y morfología de un equiseto jurásico por primera vez. En el artículo original (publicado en “abierto”) hay unas magníficas fotos donde se ven esos detalles exquisitos, conservados desde el Jurásico. Han viajado 150 millones de años en el tiempo hasta nosotros para que ahora los podamos ver.



Al parecer la anatomía y morfología de esos equisetos es casi indistinguible de los descendientes que vemos hoy en día, pero como algunos detalles no se corresponden exactamente es suficiente como para justificar la clasificación de esos equisetos fósiles en una nueva especie: Equisetum thermale.
El hallazgo apoya la idea de que Equisetum es un género extremadamente antiguo que ha sufrido muy pocas innovaciones a lo largo de los últimos 150 millones de años.
El estudio anatómico revela que E. thermale estaba adaptado tanto a las condiciones pantanosas como secas y que soportaba condiciones de estrés al vivir en presencia de aguas calientes alcalinas con metales pesados disueltos, condiciones tóxicas para las plantas. Así por ejemplo, E. thermale exhibe características que le permitían reducir la pérdida de agua por transpiración, como una epidermis gruesa o una cutícula bien desarrollada, y los estomas estaban situados bien debajo de la superficie del tallo, protegidos por células y depósitos de sílice. Lo maravilloso es que se haya podido saber todo esto de una especie fósil ya extinta.
Estas adaptaciones existen en las colas de caballo actuales e ilustran que el género desarrolló un conjunto de herramientas exitosas para vivir en ambientes extremos y mantenerse tal cual durante millones de años.
Si nos remontáramos aún más, en concreto al Carbonífero (entre hace 360 y 300 millones de años), podríamos ver los bosques de Calamites, plantas pertenecientes a orden Equisetales, el mismo al que pertenecen las colas de caballo, aunque a distinta familia (Calamitaceae y Equisetaceae respectivamente). Se podría decir que los Calamites son un antepasado de los equisetos actuales, pero que llegaban a medir hasta 30 metros de altura. Parte del carbón consumido durante la revolución industrial fue creado por esas plantas.
Entonces, los tiempos cambiaron, la evolución siguió su curso, muchas especies se extinguieron y los Calamites desaparecieron en el Pérmico cuando fueron reemplazados por la familia Equisetaceae. Se podría decir que los Equisetalesmenguaron en tamaño, hasta que al menos hace 150 millones de años dejaron de experimentar cambios evolutivos significativos y entraron en estasis.
El equiseto es, en definitiva, un superviviente que vive incluso en ambientes tóxicos y calientes como los creados por las fuentes termales. Un milagro que ha sobrevivido durante millones de años, un legado del pasado. Si pasea por el bosque o el campo y ve uno de ellos recuerde todo esto.