Habrá Cosmología en Lactómeda
Los lactomedanos podrán hacer cosmología con rigor, deducir el Big Bang, saber la edad del Universo en ese momento y deducir parámetros tales como la constante cosmológica.
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Abróchese el cinturón, vamos a viajar con la imaginación en el tiempo hasta un momento en el que el Universo tal y como lo conocemos habrá ya desaparecido. En nuestra máquina imaginaría del tiempo vamos a sufrir la mayor aventura de todos los tiempo y viajar no un millón de años, ni mil millones de años, sino un billón de años en el futuro.
La Tierra, los humanos y sus descendientes desparecieron hace muchos millones de siglos y de ellos no queda ni el recuerdo. En ese tiempo, nuestro cúmulo galáctico local, formado por la Vía Láctea, la galaxia de Andrómeda y unas pocas galaxias enanas habrán ya colapsado en una sola galaxia: Lactómeda. Nada más se podrá ver en el Universo, todas las demás galaxias y cúmulos de galaxias habrán desaparecido del horizonte observacional de los habitantes de Lactómeda debido a la expansión acelerada del Universo, ya con una velocidad de recesión superior a la de la luz. Sólo la gravedad local de Lactómeda ha podido retener un poco de materia, el resto es un inmenso espacio vacío. Ese espacio vacío es muy similar geométricamente a un universo de De Sitter con Lactómeda en su centro.
Tampoco hay fondo cósmico de microondas, pues la longitud de onda de esos fotones es tal que ningún instrumento los puede registrar. Las proporciones isotópicas de los elementos tampoco permiten deducir la nucleosíntesis primordial, pues las estrellas han tenido tiempo suficiente para contaminar con elementos pesados el medio. Es decir, todas las huellas y pistas cosmológicas que a nosotros nos permitieron deducir la expansión cósmica y el Big Bang han desparecido para siempre desde hace mucho tiempo. Se ha establecido un límite absoluto al conocimiento. En un universo tan pobre no puede haber un nuevo Edwin Hubble que deduzca el corrimiento al rojo de otras galaxias porque no habrá otras galaxias, ni tampoco un Penzias y Wilson que midan los rescoldos del Big Bang. En otros lugares del actual Universo ha pasado lo mismo y sólo hay galaxias únicas aisladas totalmente del resto para siempre. El universo sigue expandiéndose y a un ritmo cada vez más rápido, pero no hay puntos de referencia que lo indiquen.
Los habitantes de Lactómeda no saben, no pueden saber, lo que nosotros sabíamos. O, al menos, eso es lo que se afirmaba hasta hace poco. Ahora (ya estamos de vuelta en nuestro tiempo, cortesía de las máquinas imaginarias del tiempo que permiten este tipo de ejercicios) Avi Loeb, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, dice que hay esperanzas de que los lactomedanos puedan hacer cosmología con rigor.
Según Loeb, una futura civilización avanzada de Lactómeda podría deducir la existencia del Big Bang y nuestras teorías cosmológicas actuales gracias a las fuentes de luz más distantes disponibles en su tiempo: las estrellas de hipervelocidad lanzadas desde el corazón de Lactómeda. Estas estrellas permitirán a esos seres aprender acerca de la expansión cósmica y reconstruir el pasado del Universo.
Cada 100.000 años aproximadamente un sistema binario de estrellas pasa demasiado cerca del agujero negro supermasivo del centro de nuestra galaxia, una de las estrellas del sistema cae en el agujero negro y la otra es despedida a más de un millón de km/h y eyectada de la Vía Láctea. Es de esperar que esto siga pasando tanto en nuestra galaxia como en la futura Lactómeda.
Esas hipotéticas futuras civilizaciones pueden ser muy avanzadas y ser capaces de encontrar esas estrellas, que se encontrarán a distancias enormes. No será fácil, pero probablemente contarán con tecnología que no podemos ni imaginar.
Gracias al corrimiento al rojo de esas estrellas podrán deducir la expansión cosmológica (una vez restado el efecto Doppler constante propio de la velocidad de estas estrellas) pues estas estrellas, una vez desligadas de Lactómeda, sufrirán las expansión cosmológica y serán aceleradas por dicha expansión. Cuanto más lejos se encuentren dichas estrellas más rápido parecerán alejarse de los lactomedanos y ellos podrán deducir la ley que nosotros llamamos ley de Hubble.
A partir de los datos obtenidos podrán saber la edad del Universo en ese momento y deducir parámetros cosmológicos tales como la constante cosmológica. Podrán hacer ciencia y no tendrán que asumir el Big bang con un acto de fe.
La pregunta interesante es saber si ya ahora hemos perdido algún tipo de información que nos impida saber algo fundamental del Universo, algo que nunca sabremos por algún otro tipo de límite impuesto al conocimiento en algún momento del pasado.
Esperemos que mientras pensamos sobre estas cosas ninguna estrella de hipervelocidad pase cerca de nuestro sistema solar.
La Tierra, los humanos y sus descendientes desparecieron hace muchos millones de siglos y de ellos no queda ni el recuerdo. En ese tiempo, nuestro cúmulo galáctico local, formado por la Vía Láctea, la galaxia de Andrómeda y unas pocas galaxias enanas habrán ya colapsado en una sola galaxia: Lactómeda. Nada más se podrá ver en el Universo, todas las demás galaxias y cúmulos de galaxias habrán desaparecido del horizonte observacional de los habitantes de Lactómeda debido a la expansión acelerada del Universo, ya con una velocidad de recesión superior a la de la luz. Sólo la gravedad local de Lactómeda ha podido retener un poco de materia, el resto es un inmenso espacio vacío. Ese espacio vacío es muy similar geométricamente a un universo de De Sitter con Lactómeda en su centro.
Tampoco hay fondo cósmico de microondas, pues la longitud de onda de esos fotones es tal que ningún instrumento los puede registrar. Las proporciones isotópicas de los elementos tampoco permiten deducir la nucleosíntesis primordial, pues las estrellas han tenido tiempo suficiente para contaminar con elementos pesados el medio. Es decir, todas las huellas y pistas cosmológicas que a nosotros nos permitieron deducir la expansión cósmica y el Big Bang han desparecido para siempre desde hace mucho tiempo. Se ha establecido un límite absoluto al conocimiento. En un universo tan pobre no puede haber un nuevo Edwin Hubble que deduzca el corrimiento al rojo de otras galaxias porque no habrá otras galaxias, ni tampoco un Penzias y Wilson que midan los rescoldos del Big Bang. En otros lugares del actual Universo ha pasado lo mismo y sólo hay galaxias únicas aisladas totalmente del resto para siempre. El universo sigue expandiéndose y a un ritmo cada vez más rápido, pero no hay puntos de referencia que lo indiquen.
Los habitantes de Lactómeda no saben, no pueden saber, lo que nosotros sabíamos. O, al menos, eso es lo que se afirmaba hasta hace poco. Ahora (ya estamos de vuelta en nuestro tiempo, cortesía de las máquinas imaginarias del tiempo que permiten este tipo de ejercicios) Avi Loeb, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, dice que hay esperanzas de que los lactomedanos puedan hacer cosmología con rigor.
Según Loeb, una futura civilización avanzada de Lactómeda podría deducir la existencia del Big Bang y nuestras teorías cosmológicas actuales gracias a las fuentes de luz más distantes disponibles en su tiempo: las estrellas de hipervelocidad lanzadas desde el corazón de Lactómeda. Estas estrellas permitirán a esos seres aprender acerca de la expansión cósmica y reconstruir el pasado del Universo.
Cada 100.000 años aproximadamente un sistema binario de estrellas pasa demasiado cerca del agujero negro supermasivo del centro de nuestra galaxia, una de las estrellas del sistema cae en el agujero negro y la otra es despedida a más de un millón de km/h y eyectada de la Vía Láctea. Es de esperar que esto siga pasando tanto en nuestra galaxia como en la futura Lactómeda.
Esas hipotéticas futuras civilizaciones pueden ser muy avanzadas y ser capaces de encontrar esas estrellas, que se encontrarán a distancias enormes. No será fácil, pero probablemente contarán con tecnología que no podemos ni imaginar.
Gracias al corrimiento al rojo de esas estrellas podrán deducir la expansión cosmológica (una vez restado el efecto Doppler constante propio de la velocidad de estas estrellas) pues estas estrellas, una vez desligadas de Lactómeda, sufrirán las expansión cosmológica y serán aceleradas por dicha expansión. Cuanto más lejos se encuentren dichas estrellas más rápido parecerán alejarse de los lactomedanos y ellos podrán deducir la ley que nosotros llamamos ley de Hubble.
A partir de los datos obtenidos podrán saber la edad del Universo en ese momento y deducir parámetros cosmológicos tales como la constante cosmológica. Podrán hacer ciencia y no tendrán que asumir el Big bang con un acto de fe.
La pregunta interesante es saber si ya ahora hemos perdido algún tipo de información que nos impida saber algo fundamental del Universo, algo que nunca sabremos por algún otro tipo de límite impuesto al conocimiento en algún momento del pasado.
Esperemos que mientras pensamos sobre estas cosas ninguna estrella de hipervelocidad pase cerca de nuestro sistema solar.
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