¿Por qué algunas personas se preocupan por los temas más triviales mentras que otras permanecen en clama ante una calamidad?
Un equipo de científicos ha identificado dos factores diferentes en nuestra circuitería cerebral que explican por qué algunas personas son más propensas a la ansiedad.
Lo descubierto en esta investigación puede abrir el camino hacia un tratamiento mejor orientado de los trastornos de ansiedad y miedo crónicos. Tales trastornos afectan a mucha gente en el mundo; sólo en Estados Unidos son al menos 25 millones de personas. Los síntomas incluyen ataques de pánico, fobias sociales, comportamiento obsesivo-compulsivo y trastorno por estrés post-traumático.
Los autores del estudio, de la Universidad de California en Berkeley, y de la Universidad de Cambridge, han descubierto dos rutas neurales distintas que desempeñan un papel en los procesos que conducen a que desarrollemos un miedo o lo superemos.
La primera ruta neural se basa en la hiperactividad de la amígdala, una región cerebral que acoge los reflejos psicológicos primitivos de alarma vinculados al instinto de supervivencia, que nos llevan a huir o a luchar para defendernos. La amígdala interviene en el desarrollo de fobias específicas.
La segunda ruta neural se basa en la actividad de la corteza prefrontal ventral, una región cerebral que nos ayuda a superar nuestros miedos y preocupaciones. Algunos sujetos de estudio fueron capaces de movilizar su corteza prefrontal ventral para reducir sus reacciones de miedo incluso mientras todavía estaban ocurriendo los sucesos negativos, según se descubrió en el estudio.
Este último hallazgo es importante porque sugiere que algunas personas pueden ser capaces de usar esta parte del cerebro para regular sus reacciones de miedo, incluso mientras viven las situaciones que les asustan o como mínimo estresan.
La psicóloga Sonia Bishop, de la Universidad de California en Berkeley, y su equipo, creen que si a las personas que no cuentan con una buena capacidad natural para lograr la citada autorregulación con la corteza prefrontal ventral, se las pudiera entrenar hasta que fueran capaces de hacerlo, ésta podría ser una vía útil para ayudar a quienes padecen de ansiedad crónica, así como a quienes están expuestos a situaciones peligrosas o estresantes durante largos periodos de tiempo.
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